Un beso de sus labios le hizo estremecer.
El rítmico sonido de las olas acompasaba los latidos de su corazón.
Una caricia amiga le envolvió sus cicatrices.
Se arriesgó a caminar.
Abrió sus alas y emprendió el vuelo.
El amor fue su guía.
El miedo de su interior,
abandonaba su alma, volvía a nacer, recordó quién era...
y sencillamente volvió a SER.